¿Puede el idioma definir cómo pensamos? Los fascinantes enigmas de las lenguas amazónicas
Según una entrevista para la BBC Mundo, todos los idiomas comparten categorías básicas para expresar ideas, reflejando la experiencia común de vivir en el mismo mundo.
¿Creías que todos pensamos igual? Caleb Everett, lingüista y explorador de las profundidades de la Amazonía brasileña, afirma lo contrario. En una fascinante entrevista con Daniel Gallas para BBC News Brasil, Everett revela cómo los idiomas moldean no solo nuestra forma de hablar, sino también cómo entendemos conceptos tan esenciales como el tiempo, el espacio y los números.
En su libro A Myriad of Tongues: How Languages Reveal Differences in How We Think (Una miríada de lenguas: cómo los idiomas revelan diferencias en cómo pensamos), Everett desmiente la creencia de que las lenguas comparten estructuras universales. A partir de sus experiencias en las comunidades indígenas de Rondônia, donde pasó parte de su infancia, argumenta que las culturas amazónicas perciben la realidad de maneras profundamente distintas a las nuestras.
Lenguas amazónicas: un espejo de la diversidad mental
En la Amazonía, se hablan cientos de lenguas que no comparten parentesco entre sí, un fenómeno único que desafía los modelos tradicionales de la lingüística. Everett descubrió, por ejemplo, que mientras en inglés se usa el pasado y el futuro como referencias espaciales, en idiomas como el Tupi Kawahib, el tiempo se percibe de forma completamente diferente, sin necesidad de asociarlo con el espacio.
Asimismo, lenguas como el Yagua, de la Amazonía peruana, cuentan con hasta siete tiempos verbales, obligando a sus hablantes a pensar en el tiempo con una precisión desconocida para muchos de nosotros. Por otro lado, el Karitiana, de Rondônia, se limita a futuro y no futuro, demostrando que la complejidad del pensamiento humano no depende de la cantidad de palabras o categorías lingüísticas.
El impacto de la cultura en nuestra percepción del mundo
Conceptos que consideramos universales, como el minuto o la semana, resultan completamente arbitrarios y ajenos para los pueblos amazónicos. “Para alguien que nunca ha conocido un reloj, hablar de 30 minutos no tiene sentido”, explica Everett. Su investigación muestra que estas diferencias no son solo lingüísticas, sino cognitivas: las lenguas influyen en cómo pensamos, incluso fuera del acto de hablar.
Por ejemplo, mientras que en inglés el pasado está detrás y el futuro delante, en algunas culturas amazónicas sucede lo contrario. Esto se refleja en gestos y comportamientos cotidianos, donde los hablantes de estas lenguas señalan hacia adelante al hablar del pasado, ya que es algo visible, mientras que el futuro, incierto, queda detrás.
Un llamado a preservar las lenguas indígenas
Everett también advierte sobre la importancia de proteger estos idiomas únicos. Cada lengua extinta representa una pérdida irreparable de conocimiento sobre cómo la humanidad interpreta y vive el mundo. La Amazonía, con su riqueza lingüística, es un recordatorio de que la diversidad cultural es tan vital como la biodiversidad para el equilibrio global.
¿Un debate cerrado?
La obra de Everett desafía teorías clásicas como la gramática universal de Noam Chomsky, marcando un cambio generacional en la lingüística. Aunque los modelos del pasado intentaron unificar la comprensión del lenguaje, nuevas investigaciones apuntan a que no hay un molde único para la comunicación humana.
El Amazonas no solo es un pulmón verde, sino un laboratorio vivo que nos enseña que el mundo es tan diverso como las palabras que lo describen. ¿Qué más nos revelarán las lenguas de esta fascinante región sobre nosotros mismos?