El mar Mediterráneo alcanza temperaturas récord, pero un nuevo descubrimiento podría salvarnos del caos climático

El estudio, divulgado en la revista Science Advances, ha medido por primera vez la emisión global de metanotiol desde los océanos, un gas incoloro con un olor desagradable.

En un mundo cada vez más consciente de los efectos devastadores del cambio climático, el mar Mediterráneo se ha convertido en un escenario emblemático de los retos que enfrentamos. La reciente DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) del 29 de octubre, que recorrió la Comunidad Valenciana dejando a su paso un rastro de destrucción, tuvo una de sus causas en el calentamiento récord de las aguas mediterráneas, que llegaron a acercarse a los 30 grados Celsius.

Este fenómeno pone de manifiesto el papel central que los océanos y mares juegan en la regulación de nuestro clima. Sin embargo, un descubrimiento reciente ha puesto en la mesa un nuevo elemento en esta ecuación climática: el metanotiol, un gas de azufre que podría ser más relevante de lo que pensábamos.

Un equipo de investigación de los Institutos de Ciencias del Mar y de Química Física Blas Cabrera, ambos parte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha arrojado luz sobre el impacto del metanotiol en la regulación del clima, revelando por primera vez su emisión a escala global en un estudio publicado en Science Advances. Este compuesto, producido por el plancton microscópico, es capaz de formar partículas y nubes en la atmósfera que contribuyen a un efecto enfriante, contrario al de los gases de efecto invernadero.

El metanotiol no es un recién llegado a la ciencia, pero su importancia ha pasado desapercibida durante décadas, ya que hasta ahora solo se había considerado el dimetilsulfuro como el principal gas de azufre emitido por los océanos. Este gas tiene la fama de ser el responsable del característico olor a marisco.

Sin embargo, con los avances en la tecnología de medición, el equipo de investigación ha podido cuantificar la emisión de metanotiol y su impacto climático, revelando que incrementa en un 25% las emisiones de azufre del océano. Aunque a primera vista este porcentaje pueda parecer modesto, el metanotiol es más eficiente en su proceso de oxidación, lo que magnifica su capacidad de formación de aerosoles y nubes.

Estos aerosoles, a su vez, reflejan parte de la radiación solar de vuelta al espacio, reduciendo la cantidad de calor que retiene la Tierra. Este proceso no solo tiene implicaciones para el clima a corto plazo, sino que también podría ayudarnos a comprender cómo la influencia del océano en el clima era antes de la industrialización, especialmente en el hemisferio sur, donde la actividad humana y la quema de combustibles fósiles son menores.

El descubrimiento destaca que los océanos son mucho más que simples sumideros de carbono; son motores climáticos activos que, además de absorber CO2 y distribuir el calor del sol, generan gases y partículas con un impacto inmediato en el clima. Aunque el metanotiol es una pieza clave en este rompecabezas, los investigadores advierten que la magnitud del impacto humano, con sus emisiones de gases de efecto invernadero y otras actividades, sigue siendo tan grande que la Tierra continuará su calentamiento si no se toman medidas de mitigación urgentes.

Con el Mediterráneo caliente y los fenómenos climáticos extremos en aumento, es imperativo entender y proteger los mecanismos naturales que los mares y océanos emplean para moderar el clima. Este descubrimiento subraya una verdad ineludible: el océano tiene un papel fundamental que no podemos ignorar, y su estudio y conservación son esenciales para enfrentar la crisis climática que amenaza a nuestro planeta.

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