¿Merece la pena el riesgo? El debate que sacude a los vuelos en helicóptero sobre Nueva York

Un accidente fatal en el río Hudson ha encendido las alarmas sobre una de las experiencias turísticas más espectaculares —y polémicas— de la Gran Manzana.

Nueva York es una ciudad que se vive tanto a pie como desde las alturas. Desde hace años, los vuelos turísticos en helicóptero han sido una de las actividades más solicitadas por viajeros que buscan vistas inolvidables del skyline neoyorquino.

Sin embargo, la tragedia reciente —en la que un helicóptero Bell 206 cayó al río Hudson, causando la muerte de seis personas— ha reabierto un debate que la ciudad nunca ha terminado de resolver: ¿son estos vuelos tan seguros y sostenibles como parecen?

Lujo en las alturas: Una experiencia para pocos

Los vuelos en helicóptero sobre Manhattan ofrecen imágenes casi cinematográficas del Empire State, Central Park, la Estatua de la Libertad y los puentes que conectan la ciudad con el resto del mundo. Una experiencia de vértigo… también en el precio.

Las tarifas van desde los 185 euros por un vuelo breve hasta más de 2.500 euros por experiencias VIP privadas. No es, desde luego, una opción para todos los bolsillos, pero sí lo bastante rentable como para generar más de 50 millones de dólares al año para la economía local.

Con alrededor de 30.000 vuelos turísticos al año, el tráfico aéreo turístico ha sido foco de discusiones desde hace tiempo. Aunque el número ha disminuido desde 2016 debido a regulaciones más estrictas, el debate sigue volando alto.

¿Belleza que contamina? La otra cara del negocio

No solo se cuestiona la seguridad, también el impacto ambiental y acústico de los helicópteros. Organizaciones como Stop the Chop llevan años denunciando las molestias que generan estos vuelos, especialmente para los vecinos de Manhattan, Staten Island y Brooklyn, donde el zumbido constante interrumpe la vida cotidiana.

Además, está la huella ecológica: estos vuelos no son precisamente sostenibles, y en una ciudad que lucha por reducir su contaminación, muchos los consideran un lujo innecesario.

Regulaciones: El vuelo bajo control

Actualmente, las autoridades han impuesto varias limitaciones: los helicópteros turísticos solo pueden volar sobre los ríos Hudson y East River, están prohibidos los domingos, y los principales despegues salen desde el muelle 6 de Manhattan, aunque también hay salidas desde Nueva Jersey.

Aun así, el modelo Bell 206 —uno de los más utilizados por su comodidad y excelente visibilidad— ha sido objeto de críticas tras el accidente, pese a tener un historial generalmente confiable.

Un debate que sigue en el aire

El alcalde Eric Adams se ha negado a prohibir estos vuelos, asegurando que lo prioritario es reforzar la seguridad más que eliminar la actividad. Pero las presiones continúan.

Políticos locales y grupos ciudadanos insisten en que los riesgos superan con creces los beneficios y que en una ciudad tan densamente poblada, no se puede permitir ningún margen de error.

Consejos para los viajeros: ¿volar o no volar?

Si estás pensando en añadir un vuelo en helicóptero a tu lista de experiencias en Nueva York, infórmate bien. Revisa qué empresas tienen todos sus permisos en regla, seguros adecuados y pilotos con experiencia contrastada. Pregunta por sus políticas de seguridad y por sus revisiones técnicas.

Y por supuesto, ten en cuenta que, más allá del lujo y la adrenalina, estos vuelos son parte de una conversación más amplia sobre turismo responsable y sostenibilidad urbana.

Volar sobre Nueva York puede ser una experiencia inolvidable. Pero hoy más que nunca, es vital preguntarse: ¿vale la pena el riesgo por una buena foto desde el aire?

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