¿Invasoras o adorables? Las ardillas grises que conquistaron el Reino Unido

Danny Gebran 

Aunque simpáticas y entretenidas, su presencia plantea desafíos ambientales y culturales que invitan a reflexionar sobre el equilibrio entre naturaleza y urbanización.

Las ardillas grises orientales, conocidas también como ardillas de las Carolinas, se han ganado un lugar destacado en el paisaje no solo del Reino Unido sino también el de otros países europeos, Sudáfrica y México. En España, su comercio como mascotas está prohibido desde 2013 debido a su capacidad invasora y el daño que causan a las especies autóctonas.

Su presencia genera sentimientos encontrados: son un símbolo pintoresco de los parques británicos, pero también una especie invasora que desafía el ecosistema local.

Estas ardillas no son originarias del Reino Unido. Llegaron desde Estados Unidos a finales del siglo XIX, probablemente escapando de alguna casa o como polizones en barcos. Desde entonces, se han adaptado tanto que ahora dominan parques y bosques.

¿Culpables de la desaparición de la ardilla roja?

Aunque se les atribuye la desaparición de la ardilla roja en no sólo en Reino Unido sino también en países como Irlanda, la verdad es más compleja. Cuando las grises se establecieron, las rojas ya estaban en declive por la caza y la deforestación.

Sin embargo, las grises tienen ventaja: son más agresivas y resistentes, lo que las convierte en competidoras implacables si ambas especies coexisten.

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Un menú amplio y flexible

Su dieta omnívora es clave para su éxito. Desde frutas y vegetales hasta productos procesados como pan, las ardillas grises no son quisquillosas, aunque su debilidad son los frutos secos, especialmente los cacahuetes. Esta flexibilidad alimentaria les permite sobrevivir en diversos entornos.

Siempre bajo la sombra de los árboles

Estas ardillas están donde haya árboles, ya que los usan como refugio y fuente de alimento. En Londres, son una atracción en parques como St. James, Regent’s Park y Holland Park, mientras que en espacios abiertos como Hyde Park son menos frecuentes.

Amor y odio por igual

Aunque muchos las consideran adorables, su hábito de morder cables eléctricos ha causado problemas en viviendas. Esto ha llevado a que las autoridades recomienden controlarlas como plagas en áreas donde su población crece sin control.

De mascotas a manjar

En el pasado, las ardillas fueron mascotas de familias ricas, e incluso un plato en la mesa. Aunque ya no son parte de la dieta británica, algunos restaurantes como St. John, en Smithfield, aún las ofrecen en su menú para los más curiosos.

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