Delhi bajo la sombra: ¿Vale la pena visitar esta ciudad envenenada por la contaminación?

Delhi sigue viviendo en una distopía, atrapada en una rutina de promesas incumplidas y medidas insuficientes de sus gobiernos.

El invierno ha caído sobre Delhi, y con él, la ciudad ha vuelto a ser atrapada en un abrazo mortal de niebla y contaminación. Este fenómeno, ya casi una tradición anual, es el recordatorio sombrío de una crisis que nunca desaparece. Las calles están envueltas en una espesa capa de esmog, el aire se siente pesado, y un sabor a ceniza inunda la atmósfera. Si intentas caminar, te quedarás sin aliento en minutos. Los periódicos, como cada año, no escatiman en advertencias: "tóxico", "mortal", "venenoso".

La situación es crítica. El índice de calidad del aire ha llegado a niveles alarmantes de entre 1.200 y 1.500, cuando el límite saludable es de 100. La contaminación no solo está afectando la salud de los capitalinos, sino también su esperanza de vida. Según un informe del Instituto de Política Energética de la Universidad de Chicago, si India redujera la contaminación, los residentes de Delhi ganarían 7,8 años de vida. Sin embargo, en lugar de soluciones, lo que predomina son las palabras vacías de los políticos y los informes de los tribunales que parecen incapaces de generar un cambio real.

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¿Por qué nada cambia?

El origen del problema es multifacético, pero uno de los principales culpables son los agricultores de los estados vecinos de Punjab, Haryana y Uttar Pradesh, quienes queman los restos de cosechas para limpiar sus campos. Esta práctica, aunque devastadora para el aire de Delhi, sigue siendo la opción más económica para ellos. El gobierno ha intentado frenar estas quemas mediante incentivos, pero los esfuerzos han sido ineficaces. A esto se suman las emisiones de vehículos, la construcción masiva y la industria local, que también contribuyen a la espiral de contaminación.

A pesar de la creciente desesperación de los ciudadanos y los esfuerzos mediáticos por denunciar la situación, la ira pública no alcanza el nivel de una protesta masiva. En Delhi, la angustia colectiva se limita a las redes sociales. Los más afortunados pueden escapar, comprando purificadores de aire o dejando la ciudad por un tiempo, pero la mayoría sigue atrapada en el caos. Mientras tanto, los hospitales reportan un número creciente de pacientes con problemas respiratorios y los parques permanecen vacíos. Es una realidad que se repite año tras año, dejando una sensación de déjà vu.

¿Qué se puede hacer?

Expertos y activistas señalan que la solución a largo plazo solo llegará cuando los gobiernos abandonen sus diferencias partidistas y tomen medidas concretas. No basta con imponer restricciones temporales como la prohibición de obras de construcción durante los picos de contaminación. Es necesario un enfoque holístico que incluya la modernización de la agricultura, el control de las emisiones vehiculares y un compromiso real de todas las partes para reducir la contaminación.

Mientras tanto, los cielos azules, por ahora, siguen siendo un sueño lejano. Y la pregunta persiste: ¿Cuándo se tomarán decisiones que realmente marquen la diferencia?

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