¿Sabías que en algunos países puedes comprar legalmente un segundo pasaporte?

Existen diferentes modalidades para obtener una segunda ciudadanía. Una de ellas es a través de la solvencia económica.

La llamada ciudadanía por inversión (CBI) ha desatado un boom entre personas de alto poder adquisitivo que buscan libertad de movimiento, mejores servicios y seguridad para sus familias. Pero, ¿qué tan sencillo es hacerse con un segundo pasaporte? La respuesta podría sorprenderte.

El negocio de la ciudadanía: ¿una puerta dorada al mundo?

Países como Antigua y Barbuda, Malta, y Turquía han convertido la venta de ciudadanía en una industria lucrativa. Con inversiones que van desde los $100,000 hasta cifras millonarias, estos programas atraen a inversionistas interesados en esquivar restricciones de visas o mejorar su situación fiscal. Por ejemplo:

  • Antigua y Barbuda: Desde $230,000 puedes obtener tu pasaporte.

  • Turquía: Un hogar en este país te costará al menos $400,000 para ser ciudadano.

  • Malta: Con una inversión mínima de €600,000, te abres paso a Europa.

Y no solo hablamos de un documento; estamos hablando de acceso prioritario a sistemas de salud, educación de calidad, y la posibilidad de residir en países con mayor estabilidad económica y social.

Residencia por inversión: una alternativa más accesible

Para quienes no buscan ciudadanía inmediata, los programas de residencia por inversión son otra opción. Países como Portugal, Grecia, e Italia permiten a los inversores residir en su territorio a cambio de aportes económicos.

Por ejemplo, en Portugal, una inversión de €250,000 te abre las puertas a un permiso de residencia que, tras cinco años, podría convertirte en ciudadano.

El proceso: una carrera de obstáculos dorados

Aunque el concepto suena sencillo, obtener un segundo pasaporte implica cumplir con estrictos requisitos:

  • Pruebas de solvencia económica.

  • Antecedentes penales impecables.

  • Certificados de salud.

En países como San Cristóbal y Nieves, el trámite puede completarse en solo tres meses, mientras que en Europa el proceso puede extenderse hasta dos años debido a evaluaciones más rigurosas.

¿Una moda elitista o una estrategia inteligente?

La ciudadanía por inversión no solo beneficia a quienes pueden pagar por ella, sino también a los países receptores, que ven en estos programas una oportunidad para dinamizar su economía. Sin embargo, los críticos señalan que este sistema plantea cuestiones éticas sobre la desigualdad global, ya que solo está al alcance de los más ricos.

Si estás pensando en unirte a esta tendencia, recuerda que no se trata solo de dinero, sino de entender las implicaciones legales, fiscales y culturales de convertirte en ciudadano de otro país. Después de todo, ¿quién no quiere tener el mundo al alcance de su pasaporte?

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