En esta ciudad italiana quieren prohibir la venta de helados y pizzas después de la medianoche

El turismo ha crecido, generando preocupaciones similares a otras ciudades europeas. La llegada masiva de viajeros, especialmente en verano, está influyendo en la respuesta del gobierno local.

En los últimos años, el aumento del turismo en Milán, al igual que en otras ciudades europeas, ha suscitado preocupaciones crecientes. La llegada masiva de viajeros en busca de climas cálidos, playas y el típico ambiente vacacional de destinos populares alcanza su punto más alto durante el verano. En 2023, varios países europeos registraron cifras récord de visitantes. Por ejemplo, Grecia recibió casi 17 millones de personas durante su temporada alta, y esta afluencia comienza a tener un impacto en la respuesta del gobierno local ante los problemas asociados.

En el epicentro de la agitación en Milán se encuentran las pizzas y los helados, dos pilares de la cultura culinaria de la ciudad. Marco Granelli, concejal de seguridad y protección civil, ha presentado una polémica propuesta destinada a restringir la venta de comida y bebida para llevar en 12 distritos clave, con el fin de preservar la serenidad de los residentes. Este movimiento ha desatado un intenso debate entre aquellos que respaldan la medida como una forma de controlar el ruido nocturno en las zonas residenciales, y quienes la critican por socavar la esencia de la vida nocturna milanesa.

Foto: David Guerrero / Pexel

La propuesta de Granelli, concebida para equilibrar la sociabilidad con el bienestar de los residentes, ha dividido opiniones en la ciudad. Aunque algunos argumentan a favor de la necesidad de abordar el exceso de ruido durante la noche, otros temen que la prohibición afecte adversamente tanto a los habitantes locales como a los visitantes, al restringir una parte fundamental de la experiencia culinaria y social de Milán. En el centro de esta controversia se encuentra la arraigada tradición de disfrutar de pizzas y helados en las calles milanesas, una práctica que forma parte integral del patrimonio cultural de la ciudad y que atrae a millones de turistas cada año.

A medida que la propuesta avanza hacia su posible implementación, el debate sobre su alcance y consecuencias se intensifica. Los críticos argumentan que la medida no solo perjudicaría a la industria de la restauración, sino que también limitaría la libertad de elección de los ciudadanos y visitantes. Mientras tanto, los defensores de la iniciativa destacan la importancia de encontrar un equilibrio entre el disfrute nocturno y el derecho al descanso de los residentes. En medio de estas tensiones y discrepancias, Milán se enfrenta a una encrucijada que determinará el destino de una de sus tradiciones más queridas: la venta de pizzas y helados después de la medianoche.

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